Mi ofrenda pequeña
se une a la tuya:
la fuerte
la entera.
Tú, Dios, Pan partido,
sostienes mi entrega.
Mi vida en tus manos
se vuelve infinita
y tú la repartes...
¡El cosmos se alegra!
La poesía llega al corazón de lo real. La oración es la conversación familiar con el que sostiene la realidad, con Aquel que hace que haya espacio-tiempo y manifiesta su Belleza en cada atardecer. Por eso, oración y poesía van de la mano e iluminan el camino: nuestro andar de peregrinos hacia el Bien, a través de la Bondad y la Belleza que se nos dan en cada cosa.