¿Verdad que a veces sueñas con dormirte
y despertar en un país lejano,
en un mundo distinto a éste en que vives
y te ha decepcionado?
Volar… volar y extender las alas,
y perdernos por siempre en el espacio,
irnos lejos, tan lejos,
que no lograran encontrarnos.
Sí, sueñas con un mundo diferente,
en el que no haya sufrimiento,
ni conflictos ni guerras,
ni soledad ni hastío,
un mundo en donde no haya indiferencia.
Rastreas ese mundo,
desesperadamente,
en los parajes familiares:
no lo encuentras.
Tu corazón es demasiado delicado,
eres frágil
para enfrentarte a un mundo tan hostil,
desencantado.
Y entonces sueñas con volar,
con dormirte y abrir los ojos en otra realidad.
Solo que ese mundo con que sueñas
lo tenemos que hacer con nuestras manos.
Si vamos solos no podemos nada,
pero hay Alguien que también sueña ese mundo,
Él les da fuerza a nuestras manos débiles
e invade nuestras almas de ternura.
Él ya venció a la Tiniebla amenazante
que nos quita la vida…
¡Vamos con Él, ya no te duermas más!
¡Abre los ojos a ese mundo nuevo
que está dentro de ti,
que está surgiendo ya!