Me voy, te digo.
Inclinas la cabeza
cuando esta espada te atraviesa el
alma.
Tu mano me acaricia,
sin palabras.
Una vez más, como la Madre de Jesús,
me entregas.
Me das tu bendición...
y yo lloro sin lágrimas.
La poesía llega al corazón de lo real. La oración es la conversación familiar con el que sostiene la realidad, con Aquel que hace que haya espacio-tiempo y manifiesta su Belleza en cada atardecer. Por eso, oración y poesía van de la mano e iluminan el camino: nuestro andar de peregrinos hacia el Bien, a través de la Bondad y la Belleza que se nos dan en cada cosa.
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